Biografía
Rachelle Scott, nacida en Puerto Príncipe (Haití), se inicia a una edad temprana al mundo de colores, con Solange Gentil y el gran Maestro Tiga, Fundador del “Colegio Saint Soleil”.
Desde entonces, la pintura nunca la deja. A los 17 años, se trasladó a Boston para realizar estudios de Arte en la Universidad de Massachusetts, y con los años, ganó varios grados, incluyendo una en Recursos Humanos y Administración de Empresas con honor. Ella vivió casi 20 años en los Estados Unidos con su hija mayor Stéphanie y disfrutó de una brillante carrera en la gestión de grandes multinacionales a cargo de América Latina, lo que la llevó a visitar muchos países de la región.
En 1999, Florida, se volvió a casar con Rafael, un inmigrante peruano. En 2000, dio a luz a su segunda hija, Saskia, y hace 8 años se trasladó a Perú con su familia. Ella descubre este maravilloso país, donde ella se dedica a su pintura y como voluntaria comprometida en muchas organizaciones que ayudan a los necesitados. Pero incluso después de todos sus viajes, su madre tierra, Haití, sigue siendo la cuna de su Arte.
Un pintor nace, favoreciendo su paleta, sus misiones, su investigación que se expresan a través de su pincel en la fresca variedad de colores, inocencia de las formas. La intensidad también se lee en su apariencia y en el brillo de sus ojos, que recibe, retransmite y no de un tema simple, de una manera particular de ver el mundo.
En ella una artista se confirma, y en la pasión armoniosa de formas y de colores, una obra maestra que nos habla de la vida, lo no dicho, del intangible percibido, de la emoción de años solo puede ser el privilegio exclusivo de los que vivieron y los que pueden identificar los rostros ocultos, los grabados, la imagen; la magia del Arte.
En resumen, Rachelle, es principalmente para aquellos que buscan la luz y la sombra, sin embargo lo que resalta más en sus obras es, especialmente, su alma mezclada de pasiones cernidas, de alegría, y una cierta “mélancolie”; que se encuentran muy adentro, un deleite sencillo para los ojos pero sobre todo, una dimensión vehemente que es la parte sutil e indisociable de sus obras.